02 de Junio de 2020
Así superé el miedo en mi embarazo arcoíris
El embarazo después de un aborto o muerte perinatal
En esta entrada hablaré de cómo superé el miedo durante mi embarazo arcoíris (así se llama al que sigue al duelo gestacional, perinatal y neonatal). Si estás viviendo ese momento, decirte que siento mucho que el bebé que ibas a tener en tu anterior gestación hoy no esté a tu lado. Este es un tema del que tenía ganas de escribir. Pero al contrario de lo que mucha gente piensa, estos embarazos no siempre traen toda la alegría que deberían, porque el duelo sigue ahí. De hecho, muchas mujeres apenas van avanzando en su elaboración después de tener el siguiente bebé.
Aún no había hablado en el blog de superar un aborto espontáneo. A mí me ocurrió: se llevó la vida de mi primer hijo. Sé que es un tema que interesa a quienes lo han vivido, así que os voy a contar mi experiencia personal. Quizá a alguien le sirva o quizá no. Pero a mí me ayudó y por eso quiero hablarte de ello.
Esta es una de las muchas cosas que me rondaban por la cabeza, pero no acababa de encontrar el momento para escribir sobre ello. Hasta que hace días, una chica con la que tengo relación en internet, me contó que estaba embarazada de su arcoíris y se sentía como en una Montaña Rusa de emociones, pasando de la alegría al temor. Hablamos y le conté lo que hice para no pensar en el miedo. Poco después, la asociación Petits Amb Llum me invitó a participar en el primero de una serie de directos en su cuenta de Instagram. Hablando con Anabel Ruiz, del blog Cartas a Guillem, una pregunta derivó hacia los embarazos arcoíris y cómo tenía pendiente este tema para el blog. Y en el directo comenté lo que yo pensaba que era bueno hacer para evitar en lo posible ese miedo que nos hace vivir en un constante vaivén.
Cuando hemos vivido la muerte de nuestro bebé, la llegada de un nuevo embarazo es un acontecimiento ambivalente. Nos sentimos felices, con sensación de triunfo, de haber alcanzado la cima de una alta y escabrosa montaña. Y a la vez, la tristeza cubre con un denso velo esa alegría, porque nuestro cerebro tiende a lo conocido, a pensar que quizá viviremos lo mismo otra vez. Y el mecanismo de defensa que se activa es el de huir de nuestras emociones. Mejor no sentirnos demasiado felices, no sea que parezca que olvidamos o sustituimos al anterior bebé por éste y no sea que nos hagamos ilusiones que caigan de nuevo en saco roto. Y entonces ponemos distancia creyendo que es lo mejor. Pensamos que así no sufriremos. Pero estamos perdiéndonos una mágica etapa que merece ser vivida plenamente.
Yo no tuve miedo. O sí. Digamos que lo dominé. En algunas ocasiones imaginaba que podía volver a ocurrir. Pero enseguida traía a mi mente imágenes de mi bebé naciendo o acunado en mis brazos. Confiaba en que así sería y sabía que solo podía hacer dos cosas:
1. Ceder al miedo y perderme la preciosa conexión que se da en el embarazo, que yo sabía que existía gracias a mi primer hijo, aunque no estuviera ya conmigo (lo cuento en mi primer libro Conexiones de amor).
2. Aprovechar el tiempo del que íbamos a disponer, fuese poco o mucho, porque jamás se repetiría.
Así superé el miedo en mi embarazo arcoíris
Entendí que todos venimos al mundo con un tiempo determinado. Hay quienes mueren a los cien años, porque es el tiempo que necesitan vivir para aprender (o recordar) lo que es el amor. A otros les bastan setenta. Incluso algunos se van a los quince. En otros casos, bastan unos meses de gestación. Todos hacemos el mismo viaje pero a veces la estancia es más corta y el equipaje más ligero. No debía fijarme en el tiempo que mi primer niño estuvo aquí, sino en el amor y la huella que dejó, que fueron grandes.
Por tanto, me plantee lo siguiente: si hubiera vivido y ya tuviera, por ejemplo, dos años y después cayera enfermo, en lugar de desvincularme de él para no sufrir, me haría mucho más presente. Querría que él me sintiera más cerca que nunca y supiera cuánto lo amo. Aunque me dijeran que solo le quedan meses de vida, aunque solo pudiéramos estar juntos unos días más, el amor por él sería el mismo e intentaría mantener con él esa conexión madre-hijo todo el tiempo. Entonces, ¿por qué no hacer lo mismo durante el embarazo si era igualmente mi hijo?
Podemos aplicarnos eso que solemos decir: a los bebés que mueren en el útero o tras el parto, la sociedad los olvida porque no los conoció. Así que nosotros tampoco debemos distanciarnos del bebé que gestamos solo porque quizá (y repito que solo quizá) no lo tendremos en brazos. Aunque vuelvan a la luz, existieron, siguen siendo nuestra familia. No importa que solo estén unas semanas dentro de nosotras, o unos meses. Todos nuestros hijos merecen por igual nuestro amor y nuestra conexión con ellos. Por eso hay que practicar apartar el miedo y vivir el momento, pase lo que pase en el futuro. Y si algún día dejan de estar a nuestro lado, al menos nos queda el consuelo de haber aprovechado ese tiempo con ellos y de que nos sintieron cerca.
En mi caso, la conexión en todos mis embarazos estuvo muy presente. Fue ella la que me ayudó a confiar. Me llegaron mensajes a través de sueños para que supiera que los dos hijos que ahora están conmigo, nacerían sanos. Y me hizo superar la devastación del aborto espontáneo con mejor disposición. Por eso, hago tanto hincapié en buscar ese profundo vínculo: en caso de que surjan problemas, se llevan de forma más serena. Creo que sentí esa conexión porque confiaba en que existía. Y no me refiero solo a cantar al bebé, imaginarlo en brazos, acariciar la tripa o darle toquecitos... Es mucho más, algo más profundo, anclado en nuestras almas: es confiar en las intuiciones, rescatar el instinto, descifrar pensamientos, entender los sueños y los mensajes que éstos nos dejan. De verdad, aún nos queda mucho por descubrir sobre esa comunicación extra sensorial (de la que hay muchos casos documentados aunque no puedan demostrarse) y lo importante que es también para el bebé.
Si deseas creer en esa conexión pero te resulta difícil, te pongo un ejemplo. Alguien que jamás ha visto una estrella fugaz puede pensar que no existen. Si por la noche mira al cielo y espera a ver una pero no aparece, solo puede hacer dos cosas: desistir y seguir creyendo que no existen (porque necesita ver para creer), o bien, seguir esperando hasta que vea alguna. Quizá ocurra esa noche o necesite más tiempo. Si cree que es posible, esperará hasta que la vea surcar el firmamento. Y lo conseguirá (porque ha entendido que para ver, primero hay que creer).
Así que hablando de creer... no creas nada de lo que te cuento aquí en el blog, ni de lo que digo en mi libro. Intenta experimentarlo y después me cuentas...
Si no pudiste evitar el miedo en tu embarazo arcoíris...
Si no fuiste capaz de conectar con tu bebé, si viviste tu embarazo arcoíris tomando distancia de él de forma inconsciente, por miedo y por no hacerte ilusiones, no debes sentirte mal. Solo fue un mecanismo de defensa ante una situación que te superaba. La culpa realmente no existe, es un invento nuestro. La buena noticia es que puedes hacer algo al respecto: vuelve desde tu mente a aquella etapa y revive aquellos días como hubieras deseado que fueran. Habla a tu bebé, cuéntale ahora todo lo que le hubieras dicho y hazle saber que solo hiciste lo que pudiste en ese momento. Dile que ahora comprendes que no viviste desde el corazón, sino desde el miedo, y que estás dispuesta a dedicarle todas las palabras que en aquel periodo no pudiste a causa del dolor. Puedes hacer esto a modo de ritual, en un lugar que sea especial para ti: tu montaña preferida, un rincón en el bosque, la orilla del mar o en tu mismo hogar. Cualquier sitio que te haga sentir que estás más cerca de tu pequeño será el adecuado. A tu bebé le llegan tus palabras de la misma forma que le habrían llegado entonces: él te escucha con los oídos del alma. Y, ¿te cuento un secreto?... Él incluso, sabe todo lo que vas a contarle y sabe que lo amas. Es importante hacer esto, más para ti que para él. Porque tu mente necesita este ritual para sentir que puede curar la herida abierta.
Es posible que necesites hablar con él muchas veces, incluso, repetir la misma conversación. Hazlo siempre que lo necesites, hasta que te sientas mejor y tengas la impresión de que el nudo en tu corazón se va deshaciendo... De esta forma sanas el dolor y te haces consciente de que lo verdaderamente importante es el sentimiento que tengas de aquella vivencia, más que lo acontecido en realidad. Recientemente he sabido de una historia que demuestra que lo que cuenta es lo que sentimos desde el presente.
Un hombre que todos los años en la misma época sentía una tristeza tan profunda que deseaba no vivir, decidió ir a terapia. Allí le ayudaron a buscar en su pasado cualquier vivencia que pudiera haber producido esas emociones tan oscuras y arraigadas. Buscando en el subconsciente, su terapeuta llegó a la conclusión de que su madre no quiso que naciera. Viajó a donde vivía ella y le confesó que quiso abortar porque creía que era lo mejor: era muy pobre y no tenía dinero para mantenerlo. Ella lo quería, pero no veía la forma de poder encargarse del bebé como merecía y pensó que esa era la única salida. Pero su hijo nació y su subconsciente retuvo siempre esa sensación de no ser amado, de tener que ser "borrado de la vida". Tras comprender que aquello no le pertenecía a él, sino que era el sentir de su madre (que había hecho suyo durante la gestación), su situación fue mejorando. Quiero decir con esto que, cómo vivimos en el presente y lo que hacemos con lo que nos ocurrió en el pasado, es más poderoso que lo que aconteció en sí. Podemos cambiar nuestro sentir hacia una situación concreta. Por eso, te recomiendo hablar con tu bebé y sanar esa preocupación que te envuelve. Te sentirás mejor. También puedes pedir ayuda psicológica, ya que puede ser difícil conseguirlo en soledad.
Cada vez que veo a una mujer contar que no está viviendo su embarazo con ilusión o tiene miedo constantemente porque no puede evitar revivir lo que pasó en su anterior gestación, se me parte el alma y no puedo evitar pensar en mí misma en aquellos meses, cuando confié en que mi embarazo llegaría a término. Ojalá la confianza fuera contagiosa. No sé si mis palabras podrán ayudarte, pero sabes que me gusta compartir lo que me ayudó, y con esa intención escribo estas líneas.
Quiero contarte también, si no has visto ya la noticia en redes, que estoy preparando mi segundo libro. Aún he desvelado muy poco sobre él: será exclusivamente para las mujeres que están intentando un embarazo y las que ya están gestando. Mi segunda publicación será un libro sobre embarazo, relacionado con Conexiones de amor, pero totalmente distinto, ilustrado por mí y a todo color. Y si se trata de un embarazo arcoíris, lo recomiendo especialmente (aunque no trate el tema). Todavía no puedo decir por qué, pero lo sabrás cuando esté publicado.
Las ilustraciones que aparecen en esta entrada son Acuarelas de Sanación. De esta forma, las familias pueden tener un recuerdo bonito que les ayude a transitar el duelo y les lleve un poco de paz. Muchas de ellas, solo tienen una ecografía, o fotos en el hospital con su bebé lleno de cables... o ni siquiera eso. Y poder poner en un marco una imagen de su bebé estrella, igual que ponen las fotos de sus hermanos, les ayuda a sentir de forma más contundente que tienen su sitio en la familia. Quienes no son del nucleo familiar y las ven, comprenden un poco mejor el duelo de los padres al hacerse presente de esta forma, que aquella criatura existió. Si deseas escribirme, en el menú de arriba, "Contacto", aparece mi email.
Solo me queda decirte que si ya estás gestando a tu bebé arcoíris, enhorabuena: tienes un precioso pedacito de universo en tu interior. Conéctate a él sin perder más tiempo...
Nueve meses pasan muy rápido.
Un abrazo.
♥ Este texto que escribí hace un tiempo también te puede ayudar si a tu alrededor no comprenden que sigas triste por la muerte de tu bebé o recibes frases inoportunas. Quizá si les invitas a leerlo, algo cambie. Espero que así sea...
>> Para ti que tienes la suerte de no haber perdido a tu bebé.