09 de Octubre de 2019
¿Dejamos fuera los abortos voluntarios?
Es mi pregunta para ti en el mes de concientización de la muerte gestacional y perinatal
En este Mes de la Concientización de la Muerte Gestacional y Perinatal, he querido hablar de algo que llevaba tiempo en mi tintero. Todo empezó hace casi dos años, cuando una mujer me escribió un email para hablarme de su duelo. Vamos a llamarla, Rosa.
Siempre agradezco recibir vuestros mensajes, a veces son una fuente de alegría cuando me hacen ver que mi libro os ha ayudado tanto... Otras, como en este caso, me ayudan a entender y valorar nuevos puntos de vista.
Rosa escribía con el corazón, dejando ver lo conmovida que estaba ante el testimonio que yo había publicado en mi libro, no solo por el bálsamo que supuso para ella leer sobre la conexión de amor con el bebé en gestación, sino porque además, su historia estaba relacionada con el aborto provocado. Algunas de sus palabras fueron "somos muchas personas las que te estamos y estaremos eternamente agradecidas por haber llegado a nuestras vidas tu maravillosa obra". Ahí fue donde caí en la cuenta de que hay muchos tipos de duelos. Muchas mujeres interrumpen su embarazo por cuestiones médicas y cargan con un doble dolor: el provocado por la pérdida de un hijo y el no poder hablarlo porque otras personas no entienden que quien da vida sea quien la quita.
Hablamos varias veces y en una ocasión me recomendó leer Mujeres silenciadas de Theresa Burke, psiquiatra que recopiló historias reales de mujeres que atendió en su consulta (con diferentes problemáticas: trastornos emocionales, psicológicos, psiquiátricos), que tiempo atrás habían realizado un aborto voluntario. Si te apetece conocer un poco más de esta realidad, es una lectura sobre el trastorno de estrés post-traumático vinculado a dicha temática, del síndrome post-aborto, de sus secuelas, etc. Lo tengo empezado y puedo decirte que estoy saboreando cada página porque está escrito desde un punto de vista muy profesional, sin perder de vista el corazón, como Rosa me hizo saber.
Poco después de estas conversaciones, en la presentación de mi libro "Conexiones de amor", de nuevo se me presentó este asunto. Conocí allí a una pareja, que tras un diagnóstico que saboteó toda esperanza de aumentar su familia, decidió abortar. Según su relato, se sintieron solos, absolutamente desamparados y el trato fue muy frío. Al terminar mi charla, el marido me dijo que le gustaría regalar mi libro a su mujer, pero como su caso era distinto al de los abortos espontáneos, no sabía si acertaba haciéndolo.
Mi respuesta fue que, por un lado, acababa de recibir en mi email el testimonio de Rosa, a quien leerme le había emocionado y se mostraba encantada por lo que mi historia aportó a la suya. Por otro, que no debía quedarse con el "cómo" murió su bebé, sino con el "qué" hacer con ello. Su bebé no estaba y lo que podían encontrar en mi historia era la relación de amor que siempre queda con el bebé ausente ante un duelo tan poco esperado... el AMOR que el pequeño se lleva para sí y el que ellos, con el tiempo, pueden encontrar debajo de tantas capas de dolor.
Parecía que de nuevo las cosas ocurrían cuando debían. No sé si hubiera podido responder de la misma forma a aquel hombre, de no haber sido por Rosa.
Días después, una seguidora me contó que su bebé también murió porque ante la grave enfermedad hereditaria que padecía y su pequeño había heredado, decidieron muy a su pesar interrumpir el embarazo. Se sentía un poco como al margen de quienes no tienen a sus hijos por voluntad de la vida y no, de la suya propia. Pero aún así, ella y otras compañeras, seguían hablando de su duelo en redes. Si tu caso es parecido y deseas formar parte del grupo de Facebook que lleva sobre interrupción voluntaria del embarazo (IVE), se llama La vida después de una interrupción del embarazo.
Todo esto me hizo pensar en algo que me prometí cuando quedé embarazada. Nunca quise realizarme ningún tipo de prueba, ni siquiera la amniocentesis. Tenía claro que yo no podía decidir si ante alguna complicación, mi hijo debía vivir o no. Mejor que lo hiciera la propia vida. Y a día de hoy, ya no lo tengo tan claro como me gustaría. Y no me refiero al hecho de decidir, sino a que cuando lees sobre el tema y te encuentras con la realidad de estas familias y el dolor reflejado en sus ojos, es cuando entiendes que no puedes saber lo que harías en su situación. Por lo tanto, no puedes juzgar. Y esto lo entendí mejor aún cuando una seguidora de Instagram me envió un mensaje...
Un día, abro Instagram y me encuentro con que una chica me pregunta si yo era quien había comentado en una página que apoya a mujeres que en su día abortaron y ahora sufren las consecuencias de esta acción; página que por cierto tiene todo mi respeto, ya que ayuda desde el amor y la voluntad de sanar y comprender. Al decirle que sí, se ofende y me acusa (por un comentario que ni siquiera mencionaba el tema) de estar a favor de matar, a lo que contesto que nunca he dicho ni diría algo así porque yo solo estoy a favor del amor; creo que quienes me seguís desde hace mucho, eso, lo sabéis bien. Ella estaba encerrada en su posición de NO y no era capaz de ver lo que otras personas sufren cuando se les pone delante la opción de interrumpir su embarazo.
Muchas mujeres se enfrentan a ello presionadas por horribles circunstancias familiares, por doctores con prisas que no informan de las posibles secuelas, y en absoluta ignorancia, acaban decidiendo bajo presión y sin criterio. Le recomendé leer Mujeres silenciadas de Theresa Burke y Tu hijo no es perfecto, de Victoria Uroz. Creo que intentar comprender es mejor que lanzarse a juzgar, un mal "deporte" que todos practicamos de vez en cuando...
Corté la conversación diciéndole que mi trabajo aborda la maternidad desde diferentes puntos de vista (toda madre tiene cabida en él) y solo muestro lo que voy encontrando por mi mundo y el de otras mujeres. A quien no le guste es libre de irse; tanto, como de quedarse. Lo único que mi página intenta llevar al mundo es un poco de amor, sea en forma de ilustración, de reflexión, de comprensión o de lo que sea. No hay por qué convertirlo todo en una guerra con dos bandos... la historia ya nos ha demostrado mil veces lo que ocurre cuando actuamos así. Ni hay por qué posicionarse siempre en un lado o en otro. Ni porque estés aquí, vas en contra del que está allá, ni al contrario. Los matices existen.
Con todo esto quiero decir que quien vive el duelo gestacional tras interrumpir su embarazo por causas médicas, no debe sentirse diferente a otros padres y madres en duelo.
También leí, hace no mucho en internet, a una chica que había recibido por parte de su ginecólogo la mala noticia de que su bebé era inviable y no debía continuar con la gestación. Ella, siguió fiel a su corazón, decidió seguir adelante y su bebé nació completamente sano. Por tanto, nunca sabremos qué hacer con un diagnóstico así. Es una mala lotería que ojalá a nadie le tocase.
Y ahora te pregunto, ¿qué harías si te dicen que tu hijo va a nacer para vivir (si sobrevive) en una cama, lleno de tubos, con dolores intensos, malformaciones incompatibles con una vida digna, todo tipo de problemas, etc...? ¿Has pensado cómo afectaría eso a tu vida, a tu relación de pareja, a tus otros hijos, al resto de familiares o amigos íntimos? ¿Cómo le afectaría a él mismo? Incluso, ¿cómo se sentiría él en relación a lo que vosotros viviríais por él? Si nunca te has visto en esa situación, ¿de verdad sabrías qué hacer con tan fatal diagnóstico?
Yo, no.
Tiempo atrás hubiera respondido "sigo adelante". Hoy, de verad que no lo sé...
Nada como buena información de primera mano a tiempo. Al menos cada vez se hablamás del tema y existe internet para conectarnos unos a otros y compartir experiencias. Eso ayuda mucho.
Si no lo sabías, el 15 de octubre se conmemora el Día de la muerte gestacional, perinatal y neonatal.
♥ Mi abrazo a quienes han perdido un hijo ♥